Todos nosotros estamos rodeados de más bacterias de las que creemos, de hecho se da la curiosidad que en nuestro propio cuerpo tenemos 10 veces más células que no son nuestras de las que son nuestras. Esto es así porque especialmente en nuestro intestino y en nuestra piel tenemos millones y millones de células bacterianas (más de 1.000.000.000.000.000 bacterias), obviamente no lo vemos porque las células humanas son mucho más grandes. Pero las bacterias son capaces introducirse en “cuerpos” ajenos de todo tipo de seres vivos para aportarles algún tipo de beneficio. Muy conocido es el caso de las bacterias del género “Rhizobium”, que ayuda a las plantas leguminosas a fijar nitrógeno de la atmósfera y “dárselo” a la planta gracias a que se introducen en el interior de las raíces.
Cada día se están descubriendo más y más de estas relaciones entre bacterias y otro ser vivos. Especialmente interesante es el caso de los hongos que “utilizan” bacterias “endosimbiontes” para tener “superpoderes” (es decir, gracias a que las bacterias se introducen en sus micelios, son capaces de adaptarse a ambientes o colonizar otros seres que antes no podían).
Este es el caso de la recientemente descubierta relación entre el hongo patógeno de tomate Rhizoctonia solani y la bacteria Enterobacter sp. Un grupo de científicos de Estados Unidos han descubierto cómo este hongo tan problemático para los productores de tomate (entre otros cultivos) necesita utilizar a la bacteria para provocar esta enfermedad fúngica que puede acabar destruyendo la planta.
En primer lugar observaron que siempre que crecían el hongo in vitro recién aislado de la planta, aparecía un tipo de bacteria alrededor de sus hifas. Sin embargo, cuando pasaba cierto tiempo porque se traspasaba de una placa in vitro a otra, estas bacterias acababan desapareciendo. Por tanto, decidieron identificar esta bacteria y estudiar su importancia para el hongo, mediante la secuenciación de parte de su genoma.
Para ver la influencia que tenía esta bacteria en el poder de infección del hongo, inocularon el hongo con y sin la bacteria, y observaron cuanto enfermaban las plantas. Los resultados fueron realmente asombrosos, ¡los hongos sin la bacteria no era capaz de causar apenas enfermedad en la planta!, es decir, aunque el hongo es el causante directo de la enfermedad, éste no es capaz de superar las defensas de la planta y provocar la enfermedad sin la ayuda de la bacteria.
El artículo completo se puede leer en este link
LA imagen es un montaje de dos imágenes realizadas por David B. Langston, University of Georgia, Bugwood.org y Tashkoskip (Own work) [CC BY-SA 4.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0)], via Wikimedia Commons
Cada día se están descubriendo más y más de estas relaciones entre bacterias y otro ser vivos. Especialmente interesante es el caso de los hongos que “utilizan” bacterias “endosimbiontes” para tener “superpoderes” (es decir, gracias a que las bacterias se introducen en sus micelios, son capaces de adaptarse a ambientes o colonizar otros seres que antes no podían).
Este es el caso de la recientemente descubierta relación entre el hongo patógeno de tomate Rhizoctonia solani y la bacteria Enterobacter sp. Un grupo de científicos de Estados Unidos han descubierto cómo este hongo tan problemático para los productores de tomate (entre otros cultivos) necesita utilizar a la bacteria para provocar esta enfermedad fúngica que puede acabar destruyendo la planta.
En la imagen se puede ver el daño que causa este hongo junto con una imagen del hongo en el microscopio.
¿Cómo lo han hecho?
Este grupo de científicos está especializado en estudiar los hongos del género Rhizoctonia. Concretamente el hongo Rhizoctonia solani es la causa de la enfermedad llamada “marchitamiento fúngico” o “podredumbre” que afecta a muchos tipos de plantas, especialmente al tomate.En primer lugar observaron que siempre que crecían el hongo in vitro recién aislado de la planta, aparecía un tipo de bacteria alrededor de sus hifas. Sin embargo, cuando pasaba cierto tiempo porque se traspasaba de una placa in vitro a otra, estas bacterias acababan desapareciendo. Por tanto, decidieron identificar esta bacteria y estudiar su importancia para el hongo, mediante la secuenciación de parte de su genoma.
Para ver la influencia que tenía esta bacteria en el poder de infección del hongo, inocularon el hongo con y sin la bacteria, y observaron cuanto enfermaban las plantas. Los resultados fueron realmente asombrosos, ¡los hongos sin la bacteria no era capaz de causar apenas enfermedad en la planta!, es decir, aunque el hongo es el causante directo de la enfermedad, éste no es capaz de superar las defensas de la planta y provocar la enfermedad sin la ayuda de la bacteria.
Conclusiones.
Este artículo abre una nueva forma de enfrentar a las enfermedades fúngicas tanto de las plantas como humanas. Hasta ahora se investigaban los hongos patógenos teniendo en cuenta únicamente el hongo y la planta, pero cada día se está viendo más y más que no podemos aislar del ambiente a las enfermedades, sino que seguramente en la mayoría de las enfermedades hay muchos microorganismos que afectan en mayor o menor medida. Esto nos abre un mundo de posibilidades para desarrollar nuevas estrategias para luchar contra enfermedades, teniendo en cuenta no solamente el microorganismo conocido como causante principal de la enfermedad, sino todos los posibles microorganismos “accesorios” que pueden llegar a ser tan importantes como el principal.El artículo completo se puede leer en este link
LA imagen es un montaje de dos imágenes realizadas por David B. Langston, University of Georgia, Bugwood.org y Tashkoskip (Own work) [CC BY-SA 4.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0)], via Wikimedia Commons
Muy interesante, como todo lo que públicas
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