Descubren cómo los patógenos intentan llenar la planta de agua para que la planta enferme.
Cualquier aficionado a la jardinería o agricultura sabe que uno de los principios básicos del riego es que “más vale que falte antes que sobre”. Es decir, una planta se puede recuperar de la falta de agua relativamente bien, porque en general tienen mecanismos para resistir a la sequía, pero el exceso de humedad puede ser fatal. Si te pasas con el riego, empiezan a aparecer “pudriciones” (es decir, enfermedades) y de eso es mucho más difícil que la planta salga ilesa.
Se conoce que muchas de las enfermedades de las plantas causadas por bacterias y hongos son debidas a exceso de humedad. De hecho, muchas enfermedades de los cultivos aparecen en épocas de muchas lluvias y de alta humedad. Pero realmente no se conoce por qué los patógenos se ven tan beneficiados por este exceso de humedad.
Un grupo de investigadores de Estados Unidos y Gran Bretaña acaban de publicar en la prestigiosa revista Nature el descubrimiento de un mecanismo mediante el cual los patógenos responsables de enfermedades no solamente se ven beneficiados por el incremento de humedad, sino que son ellos mismos los que “inyectan el agua en las hojas” para hacer que enfermen.
El mecanismo principal de los microorganismos patógenos para causar la enfermedad en las plantas es la “supresión del sistema inmune”. Es decir, atacan a las defensas de la planta para impedir que se defiendan, y así producir la enfermedad. Para más información sobre la lucha armamentística entre plantas y bacterias, puedes ir a guerra armamentística, la entrada del mes pasado de mi blog donde hablo más detalladamente de tema.
Pero este grupo de científicos han descubierto otro mecanismo de los patógenos, hacer que la zona de la planta a la que está atacando sea más húmeda, concretamente para que la hoja, se “llene de agua”. De esta forma el patógeno tiene un ambiente mucho más beneficioso para su reproducción y “conquista de la planta”.
¿Cómo lo han hecho?
Para esta investigación utilizaron dos organismos modelo, la planta “Arabidopsis thaliana” y la bacteria patógena que produce una enfermedad "modelo", Pseudomona syringae. En primer lugar, crearon varios mutantes de ambos organismos, es decir, le “quitaron” un gen a la bacteria que ellos creían que era importante para producir la enfermedad, y probaron si la bacteria seguía pudiendo provocar esa enfermedad. Hicieron lo mismo con la planta, “quitaron” uno o varios genes a la planta que pensaban que era importante para defenderse de la enfermedad, y le introdujeron la bacteria para ver si de nuevo seguía apareciendo la enfermedad.
Estas pruebas las hicieron varias veces para comprobar cómo de importante era el sistema inmunitario en el comienzo de la enfermedad, pero algo fallaba. No encajaba todo perfectamente, parecía como que había un factor más, siempre hacía falta mucha humedad para que los ensayos funcionaran. ¿Entonces por qué aparece la enfermedad cuando la humedad es baja (aunque menos frecuentemente) en la naturaleza?
Una de los síntomas de esta enfermedad provocada por P. syringae son zonas como “encharcamientos” dentro de la hoja, que se acaban pudriendo. La hipótesis que plantearon los investigadores fue que fuera la misma bacteria la que “generara la humedad” para sí misma dentro de la hoja.
Utilizando ciertas técnicas de microscopía de fluorescencia y utilizando bacterias y plantas mutantes, observaron cómo, efectivamente, algunas de las proteínas que utilizaban la bacteria para causar la enfermedad eran las encargadas de “llenar de agua” la zona del apoplasto (se llama así a la zona que existe en el tejido vegetal entre una célula y otra).
Conclusión
Como conclusión quisiera destacar la importancia de este descubrimiento para la fisiología vegetal y la lucha contra las enfermedades en los cultivos, ya que hasta la fecha se pensaba que el agua beneficiaba a los patógenos simplemente ayudándoles a que llegaran hasta la planta (“nadando”). Pero gracias a este estudio se ha visto que la bacteria induce un entorno acuoso incluso dentro de la planta, lo que ayuda, no solamente a su movimiento, sino también al flujo de nutrientes, a su crecimiento, etc.
Y como conclusión final: Cuidado al regar vuestras plantas ¡No las ahoguéis!
.El artículo completo lo podéis ver en este artículo:
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