Cerca de la mitad de la población mundial tiene como base alimentaria el arroz (si no como única fuente de calorías). Pero el problema que tiene este alimento tan importante es su deficiencia en algunos de los micronutrientes esenciales para el correcto desarrollo de los humanos. La falta de estos micronutrientes, como el hierro, el zinc o la vitamina A, son un problema muy importante en muchas zonas del planeta, especialmente en Asia. Concretamente, la deficiencia en hierro afecta a dos mil millones de personas en todo el mundo y la deficiencia de vitamina A afecta a 250 millones de personas, entre los cuales entre 250.000 y 500.000 de niños sufren ceguera causada por esta deficiencia (la mitad de ellos mueren al año de perder la vista).
En un intento de ayudar a solucionar este dramático problema, científicos del ETH de Zúrich han conseguido desarrollar un arroz que tiene estos tres elementos (vitamina A, hierro y zinc) tan importantes para la alimentación. Los detalles del trabajo publicado en la prestigiosa revista Scientific Reports los podéis leer completo en el siguiente enlace , aunque aquí os lo explico someramente.
¿Cómo lo han hecho?
Han podido introducir en el mismo locus (zona del genoma de la planta) una serie de genes que le “ordenan” a la planta que produzca estos nutrientes y que estén en el grano, para que sea asimilable por la persona que consuma ese grano.
Concretamente, los genes introducidos han sido:
- Nicotianamina sintasa 1 (AtNAS1) procedente de Arabidopsis (una planta de la cual hemos hablado ya varias veces en este blog, como en este artículo o en este otro). Este gen cataliza la síntesis de Nicotianamina, que es un precursor de Ácido deoximugénico (DMA), un quelante de zinc y hierro. Es decir, hace que el hierro y el zinc esté “asimilable” tanto para la planta como para las personas.
- Ferritina (PvFERRITIN), procedente de judía. Este gen produce una proteína que puede almacenar una gran cantidad de hierro.
- Caroteno desaturasa (CRTI), procedente de una bacteria y Fitoeno sintasa (ZmPSY), procedente de Maíz. Estos dos genes consiguen hacer que la planta produzca β-caroteno, un precursor de la vitamina A. Cuando ingerimos β -caroteno, éste es transformado a Vitamina A en la mucosa del intestino delgado, y ésta es almacenada principalmente en el hígado en forma de éster de retinol.
Aunque no es la primera vez que se introduce un gen que mejora el contenido en un nutriente de un alimento, sí que es la primera vez que se consigue introducir genes que mejoran el contenido en tres micronutrientes en un mismo locus. Esto supone una mejora en la selección de cultivos, así como en las interacciones entre estos nutrientes, que en muchos casos son sinérgicos.
Conclusiones.
Partiendo del hecho que la solución del hambre y la malnutrición en el mundo nunca va a partir de una herramienta única. La biotecnología se presenta como una de estas herramientas que puede ayudar a combatir esta vergüenza de nuestra generación. Concretamente de nuestra generación porque, aunque siempre ha habido hambre en el mundo, somos la primera generación de la historia de la humanidad que tenemos la capacidad, tanto económica como tecnológica, para hacerla desaparecer.
Esta variedad de arroz es una de las herramientas, que si la sociedad y las leyes se lo permitieran, podría ayudar de gran manera a combatir la malnutrición mundial (repito, sin ser la solución definitiva, sino parte de la solución).
Aunque esto es muy difícil, ya se ha podido ver como ejemplo el caso del arroz dorado o el tomate morado de mi amiga Cathie Martin, que, aunque se desarrollaron hace 15 años, aún están paralizados con problemas regulatorios.
Aunque esto es muy difícil, ya se ha podido ver como ejemplo el caso del arroz dorado o el tomate morado de mi amiga Cathie Martin, que, aunque se desarrollaron hace 15 años, aún están paralizados con problemas regulatorios.
Imagen de arroz dorado frente a uno normal (Imagen de International Rice Research Institute (IRRI)) |
Pero es muy fácil prohibir estos cultivos modificados genéticamente desde una sociedad que tenemos el problema contrario, la obesidad (según la Organización Mundial de la Salud, la obesidad provoca 2,8 millones de muertes a año).
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