La artemisina es uno de los medicamentos más importantes contra la malaria, que está provocada por el parásito (Plasmodium), que a su vez es transmitido por el mosquito Anopheles.
La artemisina (a cuya descubridora, Tu Youyou, le dieron el premio nobel el año pasado) se sintetiza a partir de la planta Artemisia, pero tiene tres problemas fundamentales. En primer lugar, su contenido en la planta es muy bajo (menor al 0.5-1%), por lo que si se quiere consumir directamente con una infusión, el efecto es muy bajo.
La artemisina (a cuya descubridora, Tu Youyou, le dieron el premio nobel el año pasado) se sintetiza a partir de la planta Artemisia, pero tiene tres problemas fundamentales. En primer lugar, su contenido en la planta es muy bajo (menor al 0.5-1%), por lo que si se quiere consumir directamente con una infusión, el efecto es muy bajo.
En segundo lugar, su concentración depende mucho de las condiciones ambientales, por lo que es muy difícil obtener una concentración fija (una dosis óptima que haga un efecto fijo), si se consume directamente de la planta. El último problema principal es que, al sintetizarse y concentrarse en el laboratorio en forma de pastillas (como la venden grandes empresas farmacéuticas), además de incrementar el precio y hacerlo difícilmente accesible a las clases más pobres, su biodisponibilidad se reduce mucho ( es decir, su absorción en nuestro cuerpo), por lo que su efectividad es muy reducida. De hecho, se ha comprobado que esta reducción de la biodisponibilidad del medicamento sintético comercial es tan baja debido a que, al purificarla, se eliminan todos los componentes vegetales y los microorganismos de nuestro intestino no la pueden asimilar (reduciendo su efectividad).
La colaboración de un equipo indio y otro estadounidense (al final del post os pongo el link del artículo por si queréis más detalles) han publicado en el último número de la revista Molecular plant de Cell una solución a este problema. Han conseguido introducir varios genes de la ruta de síntesis de la artemisina en plantas de tabaco. Con esto han hecho que la planta produzca gran cantidad de este medicamento en sus hojas (mucha más que la planta Artemisia). Esto es muy importante ya que simplemente comiendo las hojas, han demostrado que hace un efecto mayor al del medicamento o la planta original (Artemisia).
Os cuento por encima cómo lo han conseguido:
Han introducido una serie de genes en el ADN de la planta:
Otra gran novedad de esta investigación es que esto lo han hecho introduciendo los genes en diferentes ADNs de la planta, algunos en el ADN del núcleo y otros en el ADN del cloroplasto.
- han introducido 6 genes de levadura mediante la técnica del Agrobacterium tumefaciens (una bacteria que es capaz de introducir el gen que queramos en el ADN de una célula vegetal),
- otros 6 genes mediante biobalística (una técnica que lo que hace es, literalmente, “tirotear” una célula de planta con genes, insertándose éstos en su ADN),
- y otros 3 genes mediante unos péptidos especiales (moléculas de las que están hechas las proteínas).
Otra gran novedad de esta investigación es que esto lo han hecho introduciendo los genes en diferentes ADNs de la planta, algunos en el ADN del núcleo y otros en el ADN del cloroplasto.
Entre todas las plantas transformadas, seleccionaron la planta transgénica que más artemisina producía (que llamaron DT4), para pasar a hacer ensayos de laboratorio para probar su efectividad contra el parásito que produce la malaria (Plasmodium). Una vez que comprobaron que era mucho más efectivo que el producto comercial, lo pasaron a probar en ratones.
En ratones infectados por la malaria comprobaron que los alimentados con las hojas de la planta transgénica redujeron mucho más su enfermedad que los alimentados con la artemisina purificada o con la planta.
Los autores destacan que, aunque esta no es la primera planta biofarmacéutica desarrollada (ya se han hecho para la tuberculosis, cólera o ántrax), puede que en este caso tenga más suerte con todas las trabas administrativas anti-transgénicas. Afirman esto porque la tecnología utilizada (ingeniería de los cloroplastos) no utiliza ningún gen de ningún organismo potencialmente peligroso para hacerla, por lo que no estaría regulado por el gobierno de Estados Unidos.
Aunque todavía quedarían por hacer muchas más pruebas en humanos y miles de barreras administrativas que todo cultivo transgénico debe superar, este cultivo es muy esperanzador. Si se sembrara esta planta en los países más pobres donde el acceso a los medicamentos es tan complicado (500.000 personas al año mueren por la malaria), podría mejorar la vida de muchos millones de personas en el planeta.
El artículo original lo podéis encontrar aquí
La imagen la he obtenido de: De James D. Gathany - The Public Health Image Library , ID#444, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=198377
La imagen la he obtenido de: De James D. Gathany - The Public Health Image Library , ID#444, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=198377
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